Problemas por un canal

Zelaya promovió 185 inversiones extranjeras, lo que trajo un relativo florecimiento de la minería y la llegada de empresarios y comerciantes que se dedicaron al cultivo del café. Recuperó la Mosquitía en 1894 (que habla sido declarada protectorado por Inglaterra en 1843) Y demostró a los norteamericanos que no iba a ser un monigote.

Estados Unidos quería una salida hacia el Pacifico. Por ello negociaba con Nicaragua la construcción de un canal que conectara los dos océanos. En 1901 el contrato propuesto fue declarado inaceptable por el Departamento de Estado, ya que no incluía derechos de extraterritorialidad. La cesión de los derechos de la compañía francesa que realizaba le obra, en 1902, y la independencia de Panamá en 1905 (que recibía a los yanquis con los brazos abiertos) desplazó el interés hacia el sur.

En 1909 Zelaya fue derrocado por un complot conservador. Pero las raíces de su caída están en la cancelación de concesiones a compañías norteamericanas y diversos intento por interesar a otras potencias en la construcción de un canal en Nicaragua. abriendo una vía alternativa a Panamá y poniendo en peligro al monopolio yanqui.

La cuestión de la vía interoceánica y las presiones norteamericanas (principalmente de las compañías instaladas en la zona, como la United Fruit Company) siguieron agudizándose hasta que el Presidente Díaz solicitó apoyo militar a Estados Unidos para sostenerse en el poder. Los marines llegaron en 1912 con el pretexto de combatir un «régimen de barbarismo y corrupción», pero no se fueron hasta 1933

El mismo año, el Presidente norteamericano William H. Taft afirmaba: «No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el polo norte, otra en el canal de Panamá y la tercera en el polo sur Todo el hemisferio será nuestro de hecho, como, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente».

Y agregaba que el recto camino de la justicia en la política exterior de EEUU «no excluye en modo alguno una activa intervención para asegurar a nuestras mercancías y a nuestros capitalistas facilidades para las inversiones provechosas «. La invasión obtuvo, a través del fraude electoral, el tratado de Bryan-Chamorro; en el que se daba a los Estados Unidos derecho a perpetuidad para construir un canal a través de Nicaragua, cesión por 99 años de las islas del Maíz (en el caribe) y derecho a una base naval en el golfo de Fonseca.

La defensa del canal de Panamá quedó así garantizada y EEUU ejerció un verdadero protectorado en el país. Controlaron las rentas aduaneras, los ferrocarriles y el Banco Nacional, mientras que los marines garantizaban la paz interna. Pero la reconstrucción fue efímera. Retiradas las tropas en 1925, la guerra civil recomenzó mientras los grupos liberales recibían armas desde México. Cuando los infantes de marina volvieron, en 1926, debieron enfrentarse con una verdadera guerrilla popular. Un arreglo fue firmado en Tipitapa, en marzo de 1927, y el General Moncada, líder de los liberales, dejó la rebelión, asumiendo la presidencia en 1928.

Rechazando de plano la transacción con los ocupantes norteamericanos, Cesar Augusto Sandino decidió continuar la guerra, y con éxito inesperado desde la región de Nueva Segovia mantuvo en jaque a los invasores por varios años. Su causa, nacionalista y anti-imperialista, no sólo tuvo popularidad en Nicaragua. Recibió simpatías en toda centroamérica y apoyo moderado del gobierno mejicano.

Su lucha había derivado a la reivindicación de la tierra y arrastraba la ira campesina. Durante 7 años su pequeño y harapiento ejército peleó, a la vez, contra los 12 mil invasores yanquis y contra la Guardia Nacional. Las granadas se hacían con tarros llenos de piedras, los fusiles se arrebataban a los enemigos y no faltaban machetes. Ni el fuego de los marines ni las bombas de los aviones pudieron aplastarlos.

Moncada trató de poner fin a la presencia de los funcionarios norteamericanos en el país. La Guardia Nacional fue preparada por instructores yanquis para reemplazar a los infantes de marina. En 1932 lo hicieron con éxito y EEUU se comprometió a abandonar el país. Se llegó a un acuerdo con los rebeldes sandinistas, que entregaron las armas, y en enero de 1934 todo parecía conducir a una paz duradera. Pero al mes siguiente Sandino y sus lugartenientes fueron vilmente por la Guardia Nacional, que ahora tenía un hombre fuerte: Anastasio Somoza García.

El poder de Somoza, basado en la Guardia Nacional, se fue ampliando por la en diversas actividades económicas. Amigo incondicional de EEUU, manejó Nicaragua hasta su asesinato en 1956, pero fue sucedido primero por su hijo Luis, y luego por Anastasio Somoza Junior. La dinastía Somoza se apropiaría de más de un tercio de todos los activos económicos del país, y sembraría el terror y la miseria.