Increible esto de las vacunas. Hoy fui a ponerme la antirrábica, pues hace dos días venía de vuelta de una fiesta, cuando al cruzar por una plazita se me apareció un perro landrando. Seguí mi camino, y de pronto eran seis. Cuento corto, mantuve a raya a 5, pero el sexto se me tiró por detrás y me mordió la pierna. Nada grave ni profundo, pero mordió.
La cosa es que fui donde el médico que me mandó cascando a ponerme la famosa inyección. Yo recordaba cada vez que iba a los laboratorios a pincharme, y no era nada grato… pero había que hacerlo. Fui al hospital El Salvador y la niña a cargo me dijo que también debía ponerme la antitetánica… y ahí yo aterrado. Hice tripas corazón y me hice el valiente. De pronto sacó unas ampoyas pequeñas y plaf plaf, las inyecciones habían sido puestas. El pinchazo fue equivalente a la picadura de un zancudo… no lo podía creer. Y se supone que la antitetánica deja medio adolorido el brazo, con sensación de calor o picor… y nada… me estafaron 😀
Bueno, me quedan dos series de pinchazos aún. Asi que a seguir haciéndose el valiente.