Buscando la Alétheia

Recuerdos bicicleteros

Aaaahhh… no hay como hacer ejercicio. Aprovechando estos lindos días y que he tenido que tomar N micros para allá y para acá, decidí ir a la reunión en la radio en bicicleta. Casi 30 minutos de ida, 13 de vuelta (¿les mencioné que desde mi casa todo es en subida?, afortunadamente, la vuelta siempre es en bajada).

Por fin pude volver a colocarme el buzo y mi polera gris… aunque creo que la brujis va a alegar porque nuevamente tomaré mi pinta veraniga. Es divertido. En verano siempre ando de gris, blanco y negro. Y en invierno ando más colorinche.

A lo que iba con el post: Putas que hace bien hacer ejercicio. Hace tiempo (desde que me llegó la bici, y más desde que pasó a ser oficialmente mía) que tengo la idea de salir tempranito, todos los días, a darme una vuelta por fuera del estadio nacional. Así, me mantengo en forma. Pero eso requiere levantarme muuuy temprano, porque a las 8:30 ya tengo que tener el sitio de la radio arriba.

La cosa es que he ido dejando botada la idea, pero hoy me dieron las ganas de nuevo. Es tan agradable pedalear… además que es muy divertido que los autos te pase casi despreciándote, para que luego los alcances en la esquina siguiente porque los paró el semáforo. Incluso no falta el picado que intenta bloquear el paso para que te quedes al final de la cola, pero se les olvida que con las mountain bikes te puedes subir a las veredas, pasar por hoyos y hacerles el quite sin problemas.

Será porque desde que tuve mi primera bicicleta (una bicicross) nadie me pudo despegar de ellas. Yo era de los que salían a patiperrear leeejos, en zonas prohibidas por mamás por el sólo gusto de ir a conocer. Incluso con mis amigos armábamos pandillas de bicicleteros que lo único que hacían era pasear, pasear y pasear.

Recorríamos la ciudad, nos metíamos por la 2 sur sorpresa.gif (soy de Talca), entre medio de las micros, ibamos al cerro de la virgen, a la carretera para llegar al puente Maule y luego a Maule mismo… grandes aventuras ciclísticas… incluso fue memorable aquel día que fuimos a colin, nos metimos por unos cerros perdidos y bajamos a toda velocidad por el camino de tierra. Si no hubiera sido por esa maldita piedra que se me atravesó en el camino, aún tendría mi pistera. Pero fue bastante fiel. Logró llevarme de vuelta a Talca, gran hazaña. El personal stereo no tuvo tanta suerte y varias piezas vitales quedaron tiradas en ese camino.

Aaahh!, y cómo olvidar el Everest, aquel tremendo montículo de tierra que subíamos y bajábamos hasta que nos caíamos de cansancio (literalmente). O en la población Talca, camino a la Carlos Trupp, donde había una cuesta empinadísima que usabamos para tirarnos en skate (los que tenían) o en bicicleta (yo, entre otros). La gracia era que en la base de la cuesta pasaban colectivos, asi que teníamos a un vigilante que avisaba cuándo podíamos lanzarnos a conquistar las velocidades supersónicas.

Esto me recuerda las idas a la línea del tren, donde detrás de una población había un terreno con dos caminitos que se cruzaban y que usábamos como lugar de entrenamiento para saltos… y no hay que olvidar la cantidad de sacadas de cresta saltando, con y sin acompañantes, o las competencias de quién saltaba a más personas, usando una primitiva rampa de madera de unos 10 centímetros de altura.
Putas que la pasaba bien cuando chico malulo.gif.

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1 comentario

  1. Isa

    Me vino la nostalgia con el relato. Yo lo pasaba chancho en bicicleta o explorando las chacras (soy de Padre Hurtado :D) cercanas a mi casa. Me veía todos los monos animados pero aún así pasaba más tiempo fuera. También teníamos un Everest! estaba en el patio de unos vecinos y nos jurábamos campeones de bicicross saltándolo… buaah quiero ser niña otra vez!

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