Soñando el futuro

La interacción es cara y molesta. Las comunidades degeneran rápidamente en el insulto y la pelea tribal por espacios que al final se transforman en basureros, a menos que haya un ente que encauce los debates. Los espacios públicos son blanco de ataques, tanto de hackers (a los sistemas que los soportan) como de ociosos, y mantenerlos a raya es agotador (por no decir costoso). Entonces, se hace necesario que alguien asuma el rol de coordinador/moderador, con el consiguiente sueldo para una persona que no genera nada.

Pero, por otra parte, las comunidades generan visitas. Y si la comunidad está bien gestionada, y gira en torno a los contenidos que el sitio ofrece, el crecimiento es mayor.

Ahora bien, si los contenidos generan conversaciones ¿Por qué no dar el siguiente paso y permitir que los usuarios complementen la información, corrigiéndola y ampliándola? En temas donde las especializaciones son altas, es muy probable que los usuarios sepan más que el periodista. Entonces ¿Por qué dejar ese conocimiento afuera? Y más aún ¿Qué tal si dejamos que ellos influyan en la agenda del medio?

Estos son cuestionamientos que surgen de la naturaleza misma de los medios digitales y que no son posibles de implementar en los medios masivos tradicionales. Pero en internet tenemos la oportunidad de cambiar de paradigmas.

Y esto no es algo tirado de los pelos. Ya está ocurriendo. Pero como nosotros no hemos sido capaces de apropiarnos de esta herramienta, el ciudadano de a pie ha ocupado el nicho. ¿Dónde? En los blogs . Micromedios gestionados por individuos, algunos con cientos de miles de visitas por la calidad de sus contenidos, y que ahora exploran formas de financiamiento. Los periodistas que se han subido al carro lo han tomado como una forma de contar lo que no pueden decir en los medios donde trabajan, o como simple divertimento, pero no le han tomado el peso a lo que pueden lograr, a excepción de una que otra iniciativa aislada que ofrece hacer investigaciones a pedido, previo pago de una suscripción.

Estos nuevos medios que no responden ante nadie, excepto a sus lectores, quizás serán el nuevo frente de batalla, o como lo dijo un amigo, un «periodismo de trinchera». Microrredacciones de una sola persona, o quizás de colectivos que cubren temas que no tocan los grandes medios, generando una dinámica propia y, por qué no decirlo, una revolución. Pequeñas corbetas que gracias a su velocidad y capacidad de adaptación pueden competir y sobrevivir, sin gastar sumas gigantescas en edificios corporativos, y toda clase de elementos superfluos. Medios que invierten donde se debe: en investigación, en sueldos, en calidad de contenidos. Con estructuras de costo realistas y tomando en cuenta que incluso una webcam sirve para tomar fotos para la web.

Pero por sobre todo, teniendo en cuenta que los usuarios son el sustento y dan viabilidad, recuperando el sentido social que muchas veces perdemos al trabajar en medios donde el lector es un ente abstracto, lejano y sin importancia. Es un sistema donde el usuario es rey, y es muy capaz de poner en duda la ideonidad de uno como profesional, alabralo o destruirlo. Y por ello es que la preparación que hemos tenido juega un rol importantísimo, pues ¿Cuál es nuestra diferencia en comparación a otros?. La respuesta es la ética y la credibilidad. Pero ambas se construyen, ladrillo a ladrillo, día a día. Es nuestro capital y debemos cuidarlo.

Resumiendo ¿Dónde está el futuro para los periodistas? En un mundo donde levantas una piedra y salen 3 periodistas, 4 abogados, 5 ingenieros y 20 diseñadores, cláramente no está en los medios tradicionales. Somos demasiados.

Pero si tienes espíritu emprendedor, sueñas con nuevas formas de llegar al público, quieres hacer las cosas a tu modo y tienes la capacidad de aprender, entonces este es tu momento, y este es tu medio.

El digital.