Cuando un autor / cantante / actor / cineasta tiene éxito, de inmediato se le tilda como vendido. Sobre todo si en sus orígenes era un cuasi paria, reconocido por un pequeño círculo de intelectuales.
Siempre me ha llamado la atención este comportamiento. Recuerdo amigos que escuchaban extasiados música de sus grupos underground, ensalzándolos como ídolos… hasta que se volvían un hit. Las canciones y el estilo no variaban mucho, pero ahora eran comerciales, vendidos al sistema, etc etc etc.
No entiendo cuál es el crimen de vivir de lo que uno hace, y vivir bien si se puede. Claro, hay casos en que se convierten en verdaderos bodrios, pero -creo yo-, basta con dejar de comprarlos/escucharlos/verlos. Si a las masas (con toda la carga despectiva que el término implica) les gusta, bueno, allá ellas.
Me recuerda la intolerancia de aquellos que acaban de dejar de fumar. Si ven a cualquiera con un pucho en la mano o con olor a cigarrillo comienzan una guerra, mostrándole que es molesto, que está hediondo, que aleje esa cosa asqueros de él… y los que no fumamos incluso damos la venia de vez en cuando para que se fumen el pucho tranquilos en nuestra presencia.
O sea, lo que le molesta no es el cigarro, sino la permanente tentación de volver a fumar. No detesta el olor, sino que lo adora. Por eso son tan intolerantes, porque saben que puden volver a caer, que el vicio puede ser más fuerte que ellos. En suma, es una defensa.
¿Con los críticos de los best sellers pasará lo mismo?