Las artes marciales, por mucho que hablen que son un camino a la paz y el equilibrio, no dejan de tener un fin bastante poco pacífico y armonioso: someter al otro. Los discursos de paz y equilibrio pueden sonar vacíos, sobre todo si sus orígenes son tan poco espirituales como algo que leí en cierta publicación sobre el tema: una forma de pelea que fue desarrollada por cinco maestros en Hawai, y en la que se iban a los barrios más peligrosos para poner en práctica las técnicas. Si funcionaban, se incorporaban. Pero el articulista agregaba que era una vía para el conocimiento interior y lograr la paz.
¿Cómo? ¿Estamos hablando de lo mismo? Hace tiempo pienso que el discurso espiritual de las artes marciales no son más que una forma de sublimar el aspecto guerrero y de sacarle la porquería al contrincante. Algo así como ponerse lentes de colores para cambiar la perspectiva.
Pero ¦ y como siempre hay un pero ¦ podría ser ¿no? Es decir, las vías de cultivación personal pueden ser tan variadas como extrañas. Y quién sabe, quizás sí hay algo de cierto en esto. Creo que la clave está en una palabra: transmutación.
La transmutación es la conversión de un elemento en otro. En términos esotéricos la idea es que se pasa de un estado de vibración bajo a uno alto, provocando cambios en la mente, el espíritu y la carne. Pero lograrla requiere trabajo consciente. Y normalmente, bastante arduo.
¿Es posible que lo que sucede con las artes marciales es precisamente que a través del trabajo físico intenso y la búsqueda de un estado mental particular, ocurra esta transmutación? ¿La conversión de la fuerza y la agresividad en energías de crecimiento interior?
Otro lugar donde vemos la transmutación en acción es cuando enfrentamos las emociones, sobre todo con las que llamamos negativas. Algo intuía cuando escribí el post sobre la ira, pero en un grupo de discusión en el cual participo le dieron una vuelta más de tuerca, que me lo dejó mucho más claro:
El trabajo positivo de la parte negativa del centro emocional es reaccionar a las mentiras y situaciones no placenteras que sirven como un «sistema de advertencia» para el organismo. Se supone que debe «reaccionar» ante impactos desagradables de afuera y de adentro. Este es todo el punto del discurso de Castaneda sobre los Pinches Tiranos. Los ataques de insultos, odio y celos, traición, y desprecio provocan energías en nuestros sistemas que pueden ser UTILIZADAS de un modo positivo y creativo. El precepto de «amar a tus enemigos» procede del conocimiento de que NO debemos huir de nuestras emociones negativas. Ni debemos suprimirlas o reprimirlas o rechazarlas. ( ¦). El papel de las emociones negativas no es realmente negativo. El propósito de las emociones negativas es que sirven como alarmas despertadoras. Su dinamismo comunica al individuo cosas que lo fuerzan a ACTUAR.
Transmutación. Todo el trabajo espiritual y de crecimiento personal pasa necesariamente por esta palabrita. Y nuevamente, no basta con la contemplación. Hay que HACER.
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