Siguiendo el tema de la democracia y el sistema político, cito una reseña del libro «Homo Videns» de Giovanni Sartori, uno de los pilares de mis clases de Ciencias Políticas:
Este libro, de muy pocas páginas, puede ya considerarse como un clásico de la globalización. Sartori habla de que as como en determinado momento Linneo oficializo la clasificación de la especie humana como el hommo sapiens , el hombre que sabe, en la era global lo que cuenta es el hommo videns , esto es el hombre que ve, que ve televisión.
El mundo de los televidentes constituye la nueva comunidad global. La televisión actúa como la primera maestra de los niños; esos video-niños, enfrentados a siete horas de televisión diaria en promedio, son los seres del mañana, formados en el mundo de las imágenes más que en el de los conceptos. La capacidad globalizadora de la televisión es, para el autor, seriamente cuestionable en la medida en que lo que se globaliza son las imágenes y no las ideas, las percepciones y no los contenidos.
Así se aparece una nueva realidad virtual como una irrealidad que se ha creado con la imagen y que es realidad sólo en la pantalla ·.En esta virtualidad se apoya Sartori para desarrollar la segunda parte de su obra, la que tiene que ver con la videpolitica; el desarrollo de los medios de comunicación, sostiene, ha generado una nueva manera de hacer política, basada en los sondeos, en las campañas publicitarias y en la personalización de la política y de los políticos. Lo que la televisión y los medios de comunicación en general transmiten de la política no son las propuestas sino los gestos utilizando además los sondeos para legitimar la defensa de sus propios intereses como empresas de medios.
El lamentable resultado de la videopolitica es para el profesor italiano la subinformacion y la desinformación, que la gente esté mal informada o informada parcialmente o que, simple y sencillamente, no lo esté. Esto, retomando la afirmación de Joshua Meyrowitz, convierte a la televisión en un gran proyector hacia el mundo que deja a sus habitantes sin sentido de lugar .
La mayor víctima del nuevo esquema, termina Sartori, es la cultura misma en la medida en que los medios de comunicación, por sí mismos, no pueden generar contenidos que son la razón de ser la cultura y que los que los administran tampoco están interesados en producir impactos ideológicos que transformen las creencias predominantes en quienes los ven o los escuchan. Hablar de cultura audiovisual, termina Sartori, es por todo ello, un contrasentido.
Y esto no es menos interesante:
(..)la identificación de la izquierda con el cambio y la innovación, se debe a una distorsión de la perspectiva. A distancia la izquierda es perfeccionista y por lo tanto, intrínsecamente inmovilista. De cerca resulta por demás evidente que tanto la ex-URSS como el resto de los regímenes Comunistas, han superado en términos de estancamiento y fosilización a los regímenes declarados de derecha. El hecho cierto es que derechas e izquierdas no son distintas al pedir un cambio frente al Poder ajeno y tratar de conservar el propio.
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