Cuando me fui de campamento me sentí tan vivo… el saber que puedo hacer un fuego aún con la madera húmeda y lloviendo; que se puede vivir sin si quiera un teléfono; que se puede llegar a cualquier parte, sabiendo siempre donde estás, sólo usando una brújula y un mapa; que, en suma, no necesito todos los adminículos electrónicos con los que vivo diariamente y que si es necesario puedo aguantar el tranco forzado de dos días subiendo y bajando una montaña.
El salir, dejar todo botado y recorrer lugares sólo con lo que puedes cargar en tu mochila es una experiencia liberadora. Se es un hombre, y no una máquina enchufada a otra máquina a través del teclado.
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