En los últimos dos días he tenido N trabajo que hacer, que se suma al que realicé el fin de semana santo y la semana laboral anterior… y a la anterior, etc.
La cosa es que hoy a las seis de la tarde se me comenzó a apagar la tele (dicho popular referente a desconectarse, quedarse dormido parado, etc). La cosa era seria… me empecé a dormir caminando desde la panadería a la casa… los ojos no me daban más y sentía sueeeeeeeeeeñooooo.
Y fíjense que compré unos pastelitos y comencé a comerme el manjar del pote a cucharadas… ¡y milagro! Me desperté. Fue como si me hubiese jalado el manjar. Me aceleré y aquí estoy.
Sabía que la falta de azucar tenía alguna repercusión, pero nunca pensé que se notara tanto.
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