Como lo decía en un post anterior, Bachelet es un fenómeno cuyo impacto radica en que encarna un arquetipo. Ahora, tras largas y tendidas conversaciones con amigas, por fin sé cuál: la matrona.

Pinochet y Lagos encarnan el arquetipo del padre. Pero mientras que el primero es el padre abusivo y castigador, y el segundo es el autoritario- bondadoso – pero- estricto, ambos son expresiones del padre, del status quo. Distantes, autoritarios, sin mucha empatía, pero activos (podría decirse que Aylwin era el padre-abuelo, mientras que Frei el padre superado por los hijos).

En cambio la Bachelet sería como la madre-partera. O sea, es simpática, tiene pinta de comadrona, entradita en carnes, se toma las cosas con calma (según se proyecta), se lo conversa todo y sería la indicada para atender el parto de un nuevo Chile. Y ahí está la fibra que tocó. Ella viene a ayudar a que nazcamos de nuevo, tras el sufrimiento anterior, a un mundo nuevo, a un país nuevo. Por eso Alvear no prende, porque es algo así como la Márgaret Thatcher. Y nadie quiere a la Thatcher, pues es un hombre con faldas, y por lo mismo, encarna el arquetipo de la mujer despiadada, esa que es puro cerebro sin corazón, y por lo mismo, terrible.

Ahora que entendí, puedo dormir tranquilo.