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Vivir con miedo

Lisoform es el nuevo juguete soluciónalo todo. Desinfecta hasta el 99% de las bacterias, para que pueda poner su culito inmaculado (es un decir) en la taza del water y no se contagie con esos feos bichos que salen por sus mismos intestinos. También protege de toda contaminación que pueda haber en el piso, no vaya a ser que se lo coman por dentro.
De la misma forma veo un comercial de LG, de un sistema de purificación de aire, «Porque la vida necesita espacios protegidos». Los refrigeradores también matan estos bichos con sus partículas de plata. El cuerpo no es seguro, asi que hay que ayudarlo.
Por otra parte tenemos a los socios que se van delantito en la micro, aún cuando haya espacio atrás, no vaya a ser que haya un flaite que los cogotée. O aquellos miran con atención en el cine a ver si hay una jeriga con sida en el asiento. O no toman nada en lata, porque las ratas se cagan en las boquillas en las bodegas.
Para qué hablar de aquellos personajes que no bajan de tobalaba, que consideran que plaza italia ya es estar en lo peor de lo peor, esos pendejos que aprenden karate, tae kwon do o cualquier arte marcial, pero cuando van al supermercado a comprar pan (no se les ocurra ir al negocio de la esquina) aprietan el paso y miran para todos lados, preocupadísismos que los asalten.
Pero algo de razón tienen. Vivimos en el país más inseguro del planeta. La tele lo dice, yo lo veo todos los días en los noticiarios. Y ellos no mienten.
«La vida necesita lugares protegidos». En realidad, no vaya a ser que un avión manejado por terroristas venga a derribar la torre entel, o algún edificio del Sanhattan (manhattan santiagino, pero de medio pelo para abajo). A lo peor vienen los indios, los mapuches, los peruanos, los bolivianos, los hijos de las barriadas y se cobran las cuentas pendientes. Hay que estar en todas.
¿Alguien vió «Bowling for Columbine»? Pues no dejo de ver ciertos paralelos con nuestra realidad agringada, donde el señor dolar es el Dios (cada vez más devaluado, pero Dios al fin). Tenemos a los nuevos «clase media» comprando casitas en los suburbios, lléndose a vivir a complejos habitacionales alejados de la urbe donde sólo puedes llegar teniendo auto o mucho tiempo disponible, encerrándose tras entradas vigiladas, con casetas de vigilancia y pseudo guardias inútiles, viviendo rodeados de verde y tranquilidad por dentro, pero armándose hasta los dientes cuando tienen que salir. El auto con aire sanitizado, el colegio de gente bien, la comuna con mano dura y quedándose encerraditos bien temprano, metiendo a los cabros chicos a la zona de seguridad.
O sea, comprándonos totalmente el cuentito de la seguridad y de la amenaza permanente a nuestro modo de vida (y a nuestra vida).
«No toques al perro, que tiene bichos», «desinféctate antes de tocar al bebé», son expresiones del temor al enemigo invisible, insidioso, que no puede ser controlado ni percibido, pero que acecha en cada rincón oscuro, tanto físico como mental. Tenemos tal disociación entre lo que vive nuestro cuerpo, lo que piensa nuestra mente, y lo que siente nuestro corazón, que todo pierde sentido y estamos constantemente amenazados.
Miedo respiro en las calles. Miedo en la forma de relacionarse. Miedo a confiar, miedo a sentir, miedo al otro. Miedo a lo desconocido, miedo a lo conocido. Una sociedad cagada de miedo y sin saber a qué.
Cuando hablo de este tema mis interlocutores, invariablemente, saltan con que la cosa es real. Pero al confrontar esos miedos siempre responden con que le pasó «al amigo de un amigo», o a veces más nebuloso aún. Claro, a algunos les han robado las billeteras, pero curiosamente, en ese caso de cartereo, la «víctima» se refería al ladrón en términos de admiración y risa: «ni me di cuenta».
O sea, en el caso de un robo real se transformó en una anécdota, mientras que a quienes no les ha pasado viven casi con la pistola en la almohada. Como le dijeron cierta vez a la Brujis cuando contó que quería comprarse una Palm: «¿Para qué? ¿Para que te la roben?».
¿Cómo se puede vivir así? ¿Cómo puede haberse propagado tanto? ¿Es que estamos tan enfermos? ¿O es que en realidad estamos ante una campaña orquestada para tenernos con estos ánimos? ¿Una forma de condicionarnos desde cada aspecto de nuestra vida, de cada institución en la cual participamos o pertenecemos? Ten miedo del bicho invisible, ten miedo del hombre malo, ten miedo del pobre resentido y violento, ten miedo de tu compañero trepador y traicionero, ten miedo de tu jefe abusador y negrero, ten miedo del diferente, ten miedo del rico banquero que manipula tu vida, ten miedo del político que es corrupto, ten miedo del extranjero, ten miedo del estado del mundo, ten miedo de tus sentimientos, ten miedo de lo que piensas, ten miedo de lo que no piensas y está escondido en tu subconsciente, ten miedo de tí, ten miedo de Dios, ten miedo, ten miedo, ten miedo.
Me niego.
Váyanse a la mismísima mierda. Yo no juego.

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  1. Lo más genial.. o lo más ridículo -depende del cristal con que se mire esta sicosis- es que tenemos sólo dos miedos naturales: a los ruidos fuertes y al vacío.
    Compruébenlo con sus mascotas.

    Y por lo desconocido…. se supone que hay que sentir curiosidad, no miedo.

  2. Hola,

    La delincuencia es el negiocio de la derecha… me pregunto si los medios en un futuro (y espero imposible) gobierno de derecha le darán tanto al tema…

    Yo tampoco juego… aún doy paseos nocturnos por mi casa con mi hijo de tres años y nueve meses…

    No creo que haya más delincuencia ahora… NO LO CREO… y creo que más cárceles y más pacos no ayudan en nada…

    Saludos cordiales

  3. ….uufff… viva el miedo….

    Al chancho, no se puede vivir asip.

    Mi hija tiene miedo a salir a la calle, le da miedo ir a comprar a la esquina…, andar emn micro… y tiene 15 años!!! espero que el campamento de verano se sirva pa quitarse los miedos… y despavilarse….

  4. Marcela

    A mi me da pena, por los pobres cabros que ahora no pueden salir a la calle a jugar y dejar las cosas tiradas «por el miedo a que las roben».
    Me da pena, ver que esta paranoia ha invadido todos los espacios, la gente ya no se habla por miedo a que sientan que es un depravado o que se quiere aprovechar.
    Ahora es más difícil conocer a los vecinos y todo por el miedo a que este puede ser muy distinto y la verdad yo no lo necesito… eso me da mucha pena =(

  5. Debo confesar que en parte, he sucumbido ante esta psicosis.
    Soy de las que no contesta el celular en la calle, menos ahora que tengo juguete nuevo, uso las mochilas hacia adelante, no uso «joyas», no ando sola tarde ni en micro, y cuando nado en auto….con todo cerrado y la cartera entre la puerta y mi asiento…..y por calles transitadas.
    Hace dos días me tocó ir de puente con santo domingo a recoleta con bellavista a las 10 pm….corrí corrí corrí….estaba segura que no cruzaría el río sin ser víctima de algún asaltante.
    Reconozco que extraño el poder salir a caminar de noche, por los parques, andar tranquila por santiago, sin temer que alguien venga y se lleve lo que me ha costado conseguir =(

  6. Vicho

    Miedo…mmmm….mmmm.

    Por suerte me fumo un cigarro y se me pasa XD.

    Que paja vivir así… yo tampoco juego.

    Lo triste es que los pendejos que se están criando en esta paranoia social, serán personas inoculadas, desparacitadas, desinfectadas, hipoalergénicas y sanitizadas…. en definitiva…. fomes, blancos, desabridos, inseguros, pero por sobre todo, limpios.

    Que wea más rica que jugar con chanchos de tierra, comer hormigas, jugar con tierra, jugar al trompo, embarrarse, salir a recorrer la ciudad con tu grupo de amigos, jugar a la pelota con el vecino que era de una población y que su grupo de amigos resultaba ser más entretenido que los cuicones vecinos tuyos….. en fin… cosas que los Hijos del miedo y la limpieza nunca conocerán.

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