Odios acumulados en Oriente
por Lluís Foix
Periodista

La versión histórica y política que ofrecen los columnistas que defienden la causa de Israel en las presentes circunstancias es precaria. La violencia, dicen, no viene de la guerra de los Seis Días de 1967 sino de la misma existencia del estado de Israel. La tesis es que la situación en Gaza se resolvió en septiembre pasado cuando Israel se retiró totalmente y declinó la posesión de aquella superpoblada franja.

Gaza pasó a ser el primer territorio independiente palestino de la historia. Reconocidas internacionalmente las fronteras los grupos radicales de Gaza siguieron atacando Israel convirtiendo el territorio autónomo en una base para lanzar misiles contra Israel, lo que obligó al precario gobierno de Olmert a entrar nuevamente en Gaza para rescatar a un soldado secuestrado.

Esta versión no tiene en cuenta los cientos de palestinos muertos por el gobierno de Ariel Sharon en los últimos años, bombardeando casas de parientes de sospechosos de ser terroristas, matando a muchos inocentes.

En este proceso, Hamas, la organización terrorista que hostigaba constantemente a Israel, ganó las elecciones democráticas y formó gobierno imponiéndose sobre el partido más moderado de Al Fatah.

Dos semanas después de la última incursión militar israelí en Gaza, otra organización terrorista como Hezbollah, de religión chiíta y que tiene representación en el parlamento de Beirut y ministros en el gobierno libanés, lanzó un ataque a la Galilea que causó la muerte de siete soldados israelíes y capturando a otros dos soldados como rehenes.

Las heridas causadas por tantos años de luchas, €œintifadas €, incursiones varias en todas direcciones, no se cicatrizan con un acuerdo pactado entre gobiernos. Ha corrido demasiada sangre, son tan recientes los ataques de unos contra otros, que sólo una seria y efectiva intervención internacional puede detener la escalada de violencia que se asoma cada día a las televisiones de todo el mundo.

Los israelíes no quieren y no pueden dar todos los derechos a los palestinos que quedaron dentro de los territorios ocupados en 1967 y los palestinos se han organizado para defenderse. Israel no quiere mezclarse con los árabes y vivir una existencia en paz. Pero los árabes, tanto sunitas como chiítas, han acumulado tanto odio que quieren ajustar cuentas con Israel a pesar de que pierdan sobre el territorio todas las batallas porque el desequilibrio militar es manifiesto.

Esta situación es una copia de los conflictos y guerras que ha habido en la región desde 1948. Pero el contexto regional no había sido nunca tan inestable. La invasión de Iraq rompió la dictadura de Saddam y también el Estado iraquí. Aquella invasión impulsó la proliferación de las luchas sectarias en las que, desde muchos lugares y por razones distintas, confluyeron en alimentar el odio contra Israel.

Todas las situaciones anteriores acabaron en desastre. En 1982 el ejército dirigido por Ariel Sharon invadió buena parte de Líbano para destruir a la Organización para la Liberación de Palestina dirigida por Arafat. El sitio de Beirut causó casi veinte mil muertos en dos meses. En 1996 se invadió nuevamente Líbano para destruir a Hezbollah, la organización radical apoyada por Irán, que lastimó el prestigio de Israel en el mundo cuando el ejército atacó la base de refugiados de las Naciones Unidas en Qana causando una matanza.

Las represalias israelíes de los últimos años, en Gaza o en Líbano, han sido desproporcionadas, ilegítimas bajo las reglas del derecho internacional, que prohíben el castigo colectivo de poblaciones enteras con muchas bajas de civiles, mujeres y niños. Ninguna de las dos partes puede exhibir una superioridad moral o ética. Los dos han cometido asesinatos, han secuestrado a soldados, han matado indiscriminadamente a palestinos o israelíes.

La intervención militar de estos días, tanto en Líbano como en Gaza, es absurda e innecesaria. La intervención internacional es necesaria para encontrar una solución justa. Kissinger, Nixon, Carter, Reagan, Busha padre y Bush hijo y Clinton lo han intentado sin éxito. Javier Solana ha viajado decenas de veces a la región.

Las versiones de Israel chocan con las de los palestinos y los árabes. El debate de fondo, la cuestión última, es que los hebreos no tienen derecho a tener un estado que ocupó un territorio en el que durante siglos vivían los árabes. Mientras no se resuelva esta cuestión, no habrá paz en la región.

Soy partidario de la existencia del estado de Israel. Por razones históricas y porque fue creado con la aprobación de las Naciones Unidas en 1947. La Unión Soviética, tres horas antes que Estados Unidos, cursó un telegrama de felicitación a Ben Gurion. El derecho de Israel a existir no se puede confundir con las actuaciones de los sucesivos gobiernos de Israel, especialmente a partir de 1967. Lo primero no se discute. Lo segundo, sí. Como cualquier otro país.

Artículo original, acá. Reproducido con el permiso del autor.