Buscando la Alétheia

Rayando la micro

Venía en la micro, sentado en el asiento del fondo, pegadito a la ventana. Es una mañana brumosa, asi que se veía todo difuminado. Me preguntaba si era por la lluvia o por el vaho en los vidrios, asi que le pasé la mano para ver si lograba sacarlo. Y sí, era vaho. Limpié un poco más y comencé a ver las cosas con más definición. Pero… al mirarme la mano me di cuenta que el pajarraco que había rayado la ventana al parecer había usado rouge o lapiz de cera… quedé entero manchado.

¿A qué viene esto? A que mi primera reacción fue «Palurdo ocioso. ¿Por qué no te rayas el culo?», a lo que siguió mi segunda reacción ante aquel pensamiento: «jajaja… palurdo… jajaja… el culo… jajaja». Y de ahí vino la tercera reacción (o reflexión, y que es la que motiva este post): «¿hice alguna vez eso (rayar micros)? ¿Por qué? ¿Qué sentía, qué me motivaba?».

Hay que escarbar en la memoria. A veces a uno se le olvidan las tonteras que hacía de chico -y no tan chico- simplemente por comodidad consigo mismo. Es mas seguro que el «otro» haga estupideces, aquellas cosas que uno, como gente de bien, jamás haría. Te pone en un pedestal desde el cual es más facil, y seguro, juzgar.

Volviendo al recuerdo, sí, rayé alguna vez una micro. Algo así como «Cako estuvo aquí», que no es distinto a estas galimatías que los chicos llaman «Tags», sin saber que significa «etiqueta» en lugar de «firma». Y recuerdo que el motivo era precisamente ese: dejar constancia que estuve ahí, que yo soy individual, especial y único. Era una reafirmación de mi yo, y un testimonio dejado al mundo de que existí. Lo mismo que deben haber sentido aquel soldado que rayó las pirámides (a propósito, un excelente artículo sobre los grafittis, acá).

No es casualidad que me pasara tardes enteras diseñando un logo (actualmente, como dije arriba, «tag») que me personificara. Y luego hice plantillas, cosa de poder dibujarlos sin atados. Lo ponía en mis cuadernos, hice un timbre para mis libros… y llegué al rayado de micros. Bueno, quiero dejar en claro que debo haberlo hecho un par de veces como mucho. Lo que me lleva a la segunda razón para hacerlo: la emoción de lo prohibido.

Efectivamente, el acto de rayar la micro requería que no hubiese nadie mirando, o que siquiera sospechara lo que iba a hacer. El corazón corría desbocado al momento de sacar el plumón y comenzar a escribir (por eso no logro entender cómo lo hacen aquellos que lo hacen con corrector tipo liquid paper… a menos que lo hagan con esos lápices de correción). Y lo otro es que con tanto salto nunca salía bien. Ahora que lo pienso, quizás es por eso que los famosos «tags» son tan fluidos y caóticos: Están diseñados para ser realizados con el lienzo en movimiento…

¿Qué habría hecho si me hubiesen pillado? Ni idea. Lo más probable es que me hubiese achunchado completo, como le pasó a un chico que al bajar la manada de escolares de la micro por la puerta trasera, comenzó a rayarla groseramente. Me acerqué y le dije que no hiciera huevadas… y todos se fueron con el rabo entre las piernas (de seguro me pelaron durante todo el día LOL… ya me imagino… «viejo culiao, amargao, metiche»…)

Bueno, entonces llego a la conclusión que rayar la micro es un ejercicio de reafirmación del yo, una muestra de rebeldía e independencia al violar las normas sociales, y una forma de conseguir una buena dosis de adrenalina. Lo que no implica que si pillo a uno rayando, no le diga un par de verdades y garabatos. Miren que nos tienen las micros hechas un asco.

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1 comentario

  1. bastiennnn

    jajaja ke pasa yke tanto ke rallemos las microosss miraa esto esun arteeeeee
    perooo si es la raja ralla
    con estilo siii poo
    lla xaooo loss the rengo crew

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