Me voy a arriesgar a hacer una predicción sobre el rumbo de la actual crisis política. Aún cuando no puedo basarme en las estadísticas y el análisis matemático como lo hice en mis predicciones electorales (que dicho sea de paso, les achunté casi medio a medio), creo que hay suficientes elementos experienciales sobre cómo funciona nuestra «clase» política como para dar el salto.

Tomando en cuenta que se acercan las vacaciones y asumirán las vocerías los segundones con ganas de jugar en primera división, algo de alharaca habrá, pero en resumidas cuentas la cosa no pasará más allá de la primera quincena de enero. En esta época se van de vacaciones a Zapallar, Cachagua, Maitencillo, Santo Domingo, los fundos y reservas nacionales propias, aquellas con lago privado (¿cierto señor P?) y donde la gente bien se junta con los de su clase. En febrero todos los ojos estarán en el festival internacional de la canción y en la última teta que se le salió a esa conocida modelo voluptuosa que trabaja para el matinal (cualquiera) y que postulará a ser la reina del festival… trofeo que le será dificil de ganar porque la rubia oxigenada neumática y argentina de rigor probablemente muestre algo más para que mis colegas gráficos le den su voto. Luego que farandulandia se tome los medios en forma casi absoluta (a excepción de una que otra nota policial, además de la nota sangrienta internacional de rigor), llegaremos a marzo, con las preocupaciones de los gastos en colegio, uniformes, pagos varios al fisco y a los usureros de siempre. Con tantas preocupaciones el tema quedará enterrado y en tablas… a menos que algún figurón quiera aparecer en la tele, en cuyo caso pondrá el grito en el cielo. Infructuosamente, por cierto, pues la derecha y la izqderecha ya habrá llegado a alguna clase de acuerdo para no sacarse los trapitos sucios al sol los unos a los otros. Por supuesto que habrá díscolos, pero ¡hey! es lo que da sabor ¿no?