Hace unas semanas me contactó un estudiante de periodismo de colombia para entrevistarme sobre los medios digitales en Chile (supongo que algo sabré del asunto). Y una de las preguntas fue sobre el afaire Punta de Choros. Para los despistados que no sepan de lo que hablo, un pequeño resumen:
Durante la campaña presidencial, Piñera prometió que no permitiría la construcción de ninguna termoeléctrica, pero a la primera oportunidad sus representantes en la corema local aprobaron por unanimidad la construcción de una central de este tipo en Punta de Choros, lo que atentaba contra el ecosistema del lugar. De inmediato comenzó una campaña a través de internet, puesto que los medios de comunicación ahora son todos oficialistas y no iban a cubrir a unos cuantos Hippies de mierda (que dicho sea, pasó a ser una distinción).
La presión fue in crescendo, y de pronto todo el país estaba en contra de la termoeléctrica. Y allí fue cuando el presidente Piñera «se puso los pantalones» y le comentó a la empresa que sería más conveniente que construyeran en otro lado. Un triunfo de la ciudadanía ¿eh? Organizados a través de internet, lograron doblarle la mano a la moneda. Por lo menos así se vio desde afuera, por las preguntas que el muchacho colombiano me hacía.
Pero yo creo que hay un participante que ha sido totalmente infravalorado, y sin cuya participación lo más probable es que no hubiera pasado nada: Felipe Camiroaga.
Fue esta interpelación directa la que hizo al palacio de la moneda moverse. Un animador popular se las jugó y el resultado fue que el gobierno reculara. ¿El poder de las redes sociales? Está lejano aún.