A propósito de la investidura de Trump el día de ayer, les dejo un texto escrito por mi autor favorito de series de TV, J. Michael Stracinsky. Con ustedes, «la nueva aristocracia«:
LAS REGLAS DE LA NUEVA ARISTOCRACIA
No importa cuánto suban los precios de los alimentos, ni si solo puedes permitirte comida rápida. Nosotros siempre tendremos filetes en nuestra mesa. Además, invertimos fuertemente en acciones de cadenas de comida rápida para asegurarnos de sacar provecho de esta situación. Tampoco nos preocupa el precio de la gasolina; siempre podremos pagarla.
Mientras tanto, tus hijos crecerán con una alimentación deficiente y sin acceso a una buena cobertura médica, lo que les traerá problemas físicos y dificultades educativas. Nuestros hijos, en cambio, crecerán sanos, fuertes y bien formados.
No importa cuánto cueste la educación ni si tus hijos no pueden permitirse ir a la universidad o salen endeudados de por vida. Nosotros siempre tendremos los medios para enviar a los nuestros a las mejores instituciones. Y, como gran parte de nuestros ingresos proviene de incentivos fiscales y rescates financiados con tus impuestos, en realidad eres tú quien está pagando la educación de nuestros hijos. Pero no esperes que nosotros contribuyamos para que los tuyos tengan las mismas oportunidades.
Si tú o tus hijos quieren emprender un negocio, descubrirán que no hay dinero disponible para financiar sus proyectos, porque ya lo hemos acaparado todo. (A menos que recurran a plataformas como Indiegogo, ¿no es eso adorable?). Nosotros, en cambio, simplemente les damos un cheque a nuestros hijos y les decimos que vayan a cumplir sus sueños.
Tus hijos nacen con un techo de cristal que les impedirá ascender en la vida. Los nuestros nacen sobre un piso de mármol que les garantiza que nunca caerán.
Si cometes un error en tu declaración de impuestos, podrías perder tu casa, tus pertenencias y tu sustento. Nosotros mentimos constantemente en nuestras declaraciones y nunca enfrentamos consecuencias. Escondemos billones de dólares en cuentas en el extranjero y nos aseguramos de que tu dinero nunca escape de nuestro control, porque siempre encontraremos la manera de sacarte más.
Vives en una Ciudad Empresa: te pagamos para que trabajes para nosotros, mientras nos aseguramos de ser dueños de todas las tiendas, los consultorios médicos y los restaurantes del lugar. Te cobramos lo justo para que, al final de la semana, no te quede nada para ahorrar. Así nunca podrás irte, nunca podrás progresar y nunca te atreverás a criticar el sistema. Tú trabajas para nosotros. Somos dueños de la ciudad donde vives. Somos dueños de ti.
Si uno de ustedes roba cien dólares de una caja registradora, irá a la cárcel. Si nosotros desviamos miles de millones de los ahorros de la gente y provocamos una crisis económica que destruye empleos, ninguno de nosotros será procesado. Porque la Nueva Aristocracia está por encima de la ley. Y seguiremos haciéndolo, mientras tú te conformas con sobrevivir.
Tu policía local ahora nos pertenece. La hemos convertido en un ejército que te trata como a un enemigo. Si te atreves a alzar la voz en nuestra contra, te gasearán, golpearán, esposarán y encerrarán en «zonas de libre expresión», diseñadas para hacerte olvidar que todo el país debería ser una zona de libre expresión. Ahora solo puedes hablar cuando y donde nosotros lo permitamos. Mientras tanto, nosotros podemos decir y hacer lo que queramos, sin consecuencias.
Si llegas a entender nuestro juego y lo denuncias, te acusaremos de promover una «guerra de clases». Así evitamos que la gente se dé cuenta de que, en efecto, hubo una guerra de clases, que fue contra ti, que la guerra terminó y que nosotros ganamos.
Sí, puedes votar por congresistas, senadores y presidentes. Pero solo después de que nosotros hayamos decidido, mucho antes de que se emita el primer voto, a qué candidato financiaremos. A aquellos que nos sirven, que nos dan lo que queremos, los apoyamos y te permiten elegir entre dos opciones que ya hemos aprobado. Si no nos gustan, si creemos que nos desafiarán, no los financiamos y nunca tendrás la oportunidad de votar por ellos. Porque en la Nueva Aristocracia, tu voto no cuenta de verdad.
Somos dueños de la Casa Blanca. Somos dueños del Congreso. Ellos aprueban las leyes que escribimos para ellos. Hacen las normas que nos benefician y se aseguran de que solo te limiten a ti, nunca a nosotros. Somos dueños de los tribunales y de los abogados. Ellos son las herramientas que usamos para mantenerte sometido.
No hay senadores, congresistas o presidentes demócratas o republicanos. Esos partidos dejaron de existir hace décadas. Solo existe el Partido de la Nueva Aristocracia. El resto es puro teatro: una farsa, una lucha libre mexicana, una ilusión de elección, de diferencia, de democracia. Esto no es una democracia. Es una monarquía del dinero. Y en esta monarquía, nosotros somos la realeza. Lo que decimos, se hace.
Si tiras basura ilegalmente, te multarán y quizás te arresten. Si nosotros vertemos cientos de toneladas de desechos tóxicos en ríos y arroyos, ninguno de nosotros será arrestado. Y si nos multan, simplemente subiremos los precios para que seas tú quien pague la factura.
Somos la Nueva Aristocracia, y no pagamos multas.
Somos la Nueva Aristocracia, y somos inmunes al enjuiciamiento.
Somos la Nueva Aristocracia, y tu pobreza, tu impotencia y tus luchas nos resultan repugnantes. Estás por debajo de nosotros.
Entiende algo: no queremos que tengas éxito. No queremos que nadie reparta el pastel en porciones más pequeñas. Queremos quedarnos con todo. Si de verdad quisiéramos que más gente estuviera donde estamos, ¿crees que habríamos pasado los últimos treinta años concentrando cada gran empresa en menos manos?
Somos la Nueva Aristocracia porque nacimos en ella. Obtuvimos nuestro dinero a la antigua usanza medieval: nos lo dieron nuestros padres. Nacimos en la riqueza que te robamos a ti y a tu familia durante los últimos cincuenta años. Tú no naciste en nada más que pobreza y lucha. Nunca serás como nosotros. Nunca tendrás nuestras ventajas. Y nos encanta que sea así.
Nos gusta que mires a través de los barrotes de tu jaula todo lo que tenemos. Nos gusta que creas que algún día podrás tenerlo tú también. Porque esa ilusión te mantiene de nuestro lado. Pero nunca lo tendrás. Nos hemos asegurado de eso. Porque lo que estás viendo es nuestro, y no compartimos.
El mundo que hemos construido para ti es como esos juegos de feria en los que, si derribas los pinos grandes con una pelota, ganas un premio. Pero los pinos están amañados para que nunca los derribes. Aun así, sigues pagando y lanzando, hasta que te quedas sin fuerzas y sin dinero. Y nos encanta que sea así.
No queremos que tengas oportunidades, ni educación, ni voz en lo que te sucede. No queremos que estés sano. Queremos que seas un consumidor asustado, sumiso e indefenso, que coma, vea y compre lo que le digamos, mientras nosotros nos quedamos con todo lo bueno.
Porque no estás en nuestro club.
Porque somos la Nueva Aristocracia.
Y tú eres el Nuevo Siervo.
Y nos gusta, nos gusta muchísimo, que sea así.
Lo encuentran en su página de facebook.