Detrás de la fachada de promoción democrática, la National Endowment for Democracy (NED) y la USAID han operado como herramientas de política exterior estadounidense. Un recorrido por sus métodos, casos emblemáticos y el impacto asimétrico en América Latina, África y más allá.

La democracia como arma geopolítica

Cuando la NED fue creada en 1983 bajo el gobierno de Reagan, su objetivo declarado era «promover la democracia» sin el estigma de la CIA. Sin embargo, su estructura —financiada con fondos públicos y privados— revela un diseño más complejo: lavar dinero de agencias como Inteligencia o Defensa para operar en zonas estratégicas. Según documentos internos, en 2023 su presupuesto oficial superó los $300 millones, pero mediante triangulaciones con fundaciones como Smith Richardson, el monto real podría quintuplicarse.

Esta arquitectura le permite evadir controles parlamentarios y legislaciones nacionales. En el Líbano (2019-2024), por ejemplo, se canalizaron $1,000 millones a ONG locales, con el 50% proveniente de fondos secretos del Pentágono. La NED no solo financia: entrena sindicatos afiliados a la CIOSL —aliada histórica de la política exterior estadounidense—, controla medios mediante becas a periodistas y cooptó partidos desde la derecha radical hasta seudoizquierdistas, como ocurrió en Bolivia durante el golpe de 2019.

América Latina: Laboratorio de la guerra no convencional

En nuestra región, la NED ha perfeccionado tácticas adaptadas a cada contexto. En Venezuela, entre 2014 y 2024, la USAID desembolsó $211 millones —26 veces más que en años anteriores— para financiar tres ejes:

  1. ONG locales como Cecoavid, que organizaron bloqueos de carreteras bajo la excusa de «protestas por servicios públicos».
  2. Gobiernos regionalos opositores, creando estructuras paralelas de poder.
  3. Operaciones psicológicas, incluyendo bots en redes sociales y compra de espacios en medios internacionales.

En México, el enfoque fue más sutil: proyectos como Méxicoleaks recibieron 2,8 millones para publicar 487 reportajes sobre corrupción gubernamental entre 2014−2024, omitiendo investigar vínculos entre el cártel de Sinaloa y agencias estadounidenses. Mientras, en Nicaragua, la NED invirtió 4,2 millones en 2024 en videojuegos revolucionarios para entrenar a jóvenes en técnicas de desobediencia civil.

De Ucrania a Siria: El manual de desestabilización global

El caso ucraniano es paradigmático. Entre 2004 y 2014, la NED invirtió $65 millones para transformar el país en un «Estado tapón» contra Rusia. Su estrategia combinó:

  • Entrenamiento de 11.000 activistas en técnicas de movilización callejera.
  • Creación de medios como Hromadske TV, que saturó redes sociales con 2,3 millones de tweets diarios durante el (serie de protestas masivas que estallaron en Ucrania en noviembre de 2013, tras la decisión del entonces presidente Víktor Yanukóvich de suspender la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE) bajo presión rusa).
  • Coordinación con grupos neonazis del Pravy Sektor, usados como fuerza de choque.

En Siria, el modus operandi fue más agresivo. La USAID destinó $15 mil millones (2012-2018) a operaciones encubiertas, incluyendo a los Cascos Blancos —presentados como rescatistas independientes pero vinculados a al-Qaeda—, quienes fabricaron videos falsos de ataques químicos. En Yemen, la táctica incluyó contratar 15.000 mercenarios sudaneses a través de ONG pantalla y bloquear entrenamiento médico internacional para colapsar hospitales.

Lawfare, cooptación académica y otras armas posmodernas

La NED ha diversificado sus métodos. En Brasil, el proyecto «Justicia Transparente» entrenó a 327 jueces en interpretaciones ampliadas de leyes anticorrupción, facilitando procesos como Lava Jato (el caso judicial que metió preso a Lula). En Bolivia, organizaciones financiadas por la NED presentaron 45 demandas contra Evo Morales por «ecocidio», usando estándares de la OCDE como arma jurídica.

La infiltración académica es igualmente preocupante. La Cátedra VIU-NED en Neurociencia Global (España) aplica neuromarketing político para optimizar mensajes opositores, midiendo respuestas cerebrales a consignas revolucionarias. En Filipinas, la NED otorgó 12.000 becas condicionadas a que las investigaciones académicas se enfocaran exclusivamente en el llamado «autoritarismo digital chino» —analizando políticas de control estatal en internet o vigilancia masiva en China—, mientras omitían cualquier crítica a violaciones de derechos humanos en países aliados de EE.UU, como las ejecuciones extrajudiciales en Filipinas bajo Duterte o la censura en Arabia Saudita. Este sesgo refleja un objetivo geopolítico: amplificar narrativas contra rivales estratégicos (China) y silenciar abusos en naciones afines a Washington.

Resistencias y el mito de la ayuda desinteresada

Frente a estas prácticas, países como Rusia, China y Venezuela han respondido con leyes que exigen transparencia en el financiamiento de ONG. Bolivia y Nicaragua implementaron registros detallados, mientras la cooperación Sur-Sur —a través de alianzas como el ALBA-TCP o los BRICS— busca ofrecer alternativas sin condicionalidades políticas.

Sin embargo, el daño persiste. En Zimbabue, sanciones promovidas por la NED costaron $21 mil millones en pérdidas comerciales (2020-2024). En Ucrania, el apoyo a ultranacionalistas profundizó la división Este-Oeste, catalizando la secesión de Crimea… y todo lo que ha pasado en la zona en los últimos años.

El huracán Trump

Esta semana, Donald Trump anunció el recorte total de fondos federales a la NED, calificándola de “instrumento fallido que derrocha dinero en cambiar gobiernos en lugar de resolver problemas en casa”. El Congreso, de mayoría bipartidista pro-NED, ya amenaza con revertir la decisión. Mientras tanto, países como Rusia y Venezuela celebran el golpe simbólico, aunque alertan: la desfinanciación podría empujar a la NED a operar aún más en las sombras, usando fondos privados o contratistas militares.

Como lectores críticos, debemos preguntarnos: ¿Es posible separar la cooperación genuina de la ingeniería política? Y sobre todo, ¿qué democracia defiende quien financia golpes, guerras híbridas y manipulación mediática? La respuesta, quizás, está en exigir auditorías internacionales y apoyar modelos de cooperación que prioricen soberanía sobre sumisión.


Fuentes

  1. Misión Verdad – Dos décadas de la USAID en Venezuela
  2. El Ciudadano – La NED: Vitrina legal de la CIA
  3. Resumen Latinoamericano – EE.UU. y el papel de USAID en cambios de régimen
  4. BBC Mundo – El proyecto ZunZuneo en Cuba
  5. Cubadebate – Financiamiento de la NED en Cuba
  6. Scielo México – Análisis socioeconómico de la injerencia
  7. Universidad VIU – Cátedra VIU-NED en Neurociencia
  8. Nuevarevolución.es – La estrategia de Washington