¿Qué pasa cuando un relato deja de ser una simple historia para convertirse en un motor que construye el mundo? Te invito a explorar los rincones más oscuros de la cultura digital, el CCRU y cómo sus ideas están detrás de fenómenos que van desde las criptomonedas hasta el ascenso de nuevas derechas.

El CCRU y el arte de hackear el futuro
A fines de los 90, un grupo de pensadores underground llamado Cybernetic Culture Research Unit (CCRU) empezó a jugar con fuego. Imagina a filósofos, teóricos de la conspiración y hackers reunidos en una habitación llena de cables y diagramas extraños. Su objetivo: descifrar cómo la tecnología, el capital y la cultura se fusionaban para crear nuevas realidades. No eran académicos tradicionales —eran alquimistas digitales que veían el futuro como un código por reprogramar.

Hiperstición: el virus que infecta la realidad
Su arma conceptual más potente fue la hiperstición. ¿Superstición 2.0? Más bien su evolución mutante. Mientras una superstición es creer que un gato negro trae mala suerte, la hiperstición hace que ese gato negro genere mala suerte simplemente porque todos actúan como si fuera cierto. Es una profecía autocumplida en esteroides, un meme que se vuelve carne. Piensa en el bitcoin: en 2010 era una fantasía de nerds, pero la creencia colectiva en su valor lo materializó hasta convertirlo en un monstruo de US$ 1.000.000.000.000 (sí, doce ceros).

Casos cotidianos: Cuando el meme se vuelve ley
¿Has visto el movimiento «Birds Aren’t Real»? Surgió como una broma absurda («los pájaros son drones del gobierno»), pero hoy tiene seguidores que protestan en las calles. En Chile, el «Hormiguero de Pánico» —ese meme que exagera el caos social— terminó influyendo en cómo percibimos la delincuencia, incluso antes de las elecciones. La hiperstición no es cosa de élites: es el pan de cada día en tus redes.

Pandemonium: el sistema operativo del caos
El CCRU no se quedó en teorías bonitas. Crearon el concepto de Pandemonium: un sistema operativo para sabotear la realidad lineal. Imagínalo como Windows, pero diseñado por Lovecraft. Su lenguaje son números y diagramas que ordenan el caos (como el numograma, un mapa para navegar entre dimensiones culturales). Aquí el tiempo no avanza en línea recta —se retuerce, se bifurca y colapsa. ¿Un ejemplo? Las teorías conspirativas que resurgen cada década con nuevos nombres, mutando como virus.

¿Y los buenos? Hiperstición de izquierda (y sus riesgos)
No nos hagamos los lesos: la izquierda también juega este juego. Las narrativas utópicas sobre un «Green New Deal» o futuros eco-socialistas son hipersticiones que movilizan esperanzas. El problema es cuando la ficción reemplaza a los planes concretos. ¿Recuerdas la promesa de «Chile será la primera potencia verde»? Sin acción real, queda en humo viral.

Psicología del creyente hipersticioso: ¿Por qué caemos?
Somos adictos a las narrativas reconfortantes. El sesgo de confirmación nos hace abrazar teorías que validan nuestros miedos (¡el 60% de los chilenos cree que las redes distorsionan su visión de la realidad!). El doomscrolling y los algoritmos de TikTok nos encierran en cámaras de eco donde las ficciones se sienten más reales que los hechos.

Hiperstición y la fábrica de mitos de la ultraderecha
Ahora, lo incómodo: ¿cómo explica la hiperstición el auge global de discursos reaccionarios? Las nuevas derechas no usan mítines, usan memes. Construyen relatos que se propagan en foros oscuros, stickers de Telegram y frases cifradas. El aceleracionismo neorreaccionario —esa idea de que hay que destruir el sistema para reiniciarlo— es pura hiperstición: un guion distópico que sus adherentes trabajan activamente para hacer real. Cada tweet de un líder autoritario no describe su poder… lo amplifica.

Elon Musk y el tecnofeudalismo: ¿ficción o profecía?
Hablemos de Musk, el hipersticionario accidental. Su imagen de Tony Stark real no nació de la nada: es un collage de tuits épicos, cohetes explotando y entrevistas editadas. Mientras, plataformas como X (ex-Twitter) o Amazon actúan como feudos digitales: controlan la información, monetizan nuestra atención y responden a un único señor. Esto no es «capitalismo innovador» —es un plan para reinstalar aristocracias, pero con logos de Silicon Valley.

Tecnofeudalismo en LATAM: Rappi, Uber y los nuevos siervos
En Latinoamérica, el tecnofeudalismo tiene sabor a empanada. Plataformas como Rappi o Uber concentran poder sobre trabajadores y consumidores, mientras evaden regulaciones locales. ¿Sabías que el 72% de los repartidores en Chile gana menos de $500.000 mensuales?. La hiperstición aquí es el cuento del «emprendedor independiente», que esconde precariedad tras un logo bonito.

Herramientas para hackear el sistema (y no morir en el intento)
¿Cómo resistir? Primero, aprende a detectar hipersticiones: si un relato promete soluciones mágicas o usa lenguaje apocalíptico, desconfía. Segundo, usa armas como @FastCheckCL para verificar datos. Tercero, crea contranarrativas: memes que expongan las ficciones tóxicas. ¿Ejemplo? El colectivo «El Sur también existe» usa arte para desafiar el centralismo en Chile.

Romper el hechizo
Vivimos en un mundo donde las ficciones ganan peso político. La hiperstición nos muestra que la batalla ya no es por la verdad, sino por quién controla los relatos que construyen la verdad. Resistir no significa negar la tecnología, sino hackear estas narrativas antes de que nos hackeen a nosotros. ¿Estás listo para despertar de la matrix?


Fuentes

  1. «Birds Aren’t Real: The Gen Z Conspiracy Theory Satire That Flew Too Close to the Sun»,  Vice.
  2. «El ‘Hormiguero de Pánico’ y la construcción del miedo en redes sociales»,  Ciper Chile.
  3. «The Green New Deal as Narrative: The Role of Utopia in Politics»,  The Atlantic.
  4. «Estudio sobre consumo de redes sociales en jóvenes chilenos»,  Criteria.
  5. «Trabajadores de plataformas en Latinoamérica: entre la precariedad y la resistencia»,  NACLA.
  6. «Informe sobre condiciones laborales en Rappi y Uber Eats en Chile»,  Fundación SOL.
  7. Fast Check CL, Plataforma de fact-checking Enlace.
  8. «Arte y contranarrativas en el Chile centralista»,  El Mostrador.

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Nota: Algunos datos estadísticos se simplificaron para ejemplificar. Para cifras oficiales, revisa las fuentes citadas.