¿Por qué un Dios perfecto pudo crear tanta imperfección? ¿Cómo es que el mal parece campear a sus anchas y Dios no hace nada? ¿Por qué existe la crueldad, el odio, la destrucción? ¿Es que Dios es un ser reprensible, loco y afectado por las mismas pasiones que los humanos? El judaísmo y el cristianismo nos presentan un Dios irascible, celoso y a todas luces parcial. Pero ¿es el verdadero? La gnosis podría tener la respuesta.

Estas preguntas, que han atormentado a creyentes y filósofos durante milenios, encontraron una respuesta radical y revolucionaria en el gnosticismo, un movimiento espiritual que floreció en los primeros siglos de nuestra era y que fue declarado herejía por la incipiente ortodoxia cristiana. Su propuesta era tan potente como perturbadora: el Dios del Antiguo Testamento no es el Dios supremo, sino un ser inferior que, en su ignorancia, creó este mundo defectuoso.

¿Qué es el gnosticismo? Un conocimiento que salva

El gnosticismo no fue una religión uniforme, sino un conjunto de sistemas sincréticos que se desarrollaron a la par del cristianismo primitivo . Su nombre proviene del griego gnosis (γνῶσις), que significa ‘conocimiento’ . Pero no se trata de un conocimiento intelectual, sino de un saber intuitivo, esotérico y liberador .

En esencia, los gnósticos creían que dentro de cada ser humano existe una chispa o centella divina  que proviene de un reino de luz perfecto y que, por un accidente cósmico, ha caído en este mundo material, sometida al destino, al nacimiento y a la muerte . Esta chispa se halla dormida, alienada en un cuerpo y un mundo que no son su hogar. La salvación, por tanto, no llega por la fe o el sacrificio de Cristo, sino mediante el despertar de ese conocimiento interior que revela al hombre su verdadero origen y destino divinos .

El gnosticismo es una mística esotérica de la salvación. Se mezclan sincréticamente creencias orientalistas e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica .

Una herejía en los albores del cristianismo

El gnosticismo emergió en un caldo de cultivo intelectual y religioso extraordinario. Durante sus tres primeros siglos, el cristianismo era un tapiz de creencias diversas, sin una autoridad central unificada . Fue en este contexto donde algunos grupos, educados en las escuelas de filosofía helenística, comenzaron a afirmar tener acceso a un ‘conocimiento secreto’ sobre la naturaleza del universo y de Cristo .

Este movimiento solo llega a existir a partir de su asimilación y recepción de elementos de otras culturas. Su naturaleza puede definirse como la forma más grande y amplia de sincretismo religioso, pues en su base se encuentran principios del misticismo oriental, la filosofía griega (especialmente el platonismo), el judaísmo tardío y el cristianismo primitivo .

Líderes cristianos como Ireneo de Lyon y Tertuliano reaccionaron a estas enseñanzas inventando los conceptos gemelos de ortodoxia y herejía . Los gnósticos fueron denunciados como herejes y, tras la conversión del emperador Constantino y la institucionalización del cristianismo, sus textos fueron sistemáticamente destruidos . Durante siglos, nuestro conocimiento del gnosticismo se limitó a lo que sus detractores escribieron sobre él. Todo cambió en 1945, con el descubrimiento en Nag Hammadi (Egipto) de una biblioteca de códices gnósticos originales, que permitió escuchar su voz por primera vez después de milenios de silencio .

El mito de Sofía y el Demiurgo: la respuesta al problema del mal

El corazón del gnosticismo, y la respuesta a las preguntas que abren este artículo, late en su mito de la creación. Esta narrativa explica de manera dramática el origen del mal y la imperfección del mundo.

El Dios desconocido y la pléroma de Eones

Para el gnosticismo, el Dios verdadero es absolutamente trascendente, inmanifiesto e incognoscible . Es un abismo de luz silenciosa, perfectamente bueno y ajeno a cualquier contacto con la materia, que considera inherentemente mala . De este Dios supremo emanan una serie de entidades espirituales y andróginas llamadas Eones, que juntas conforman el Pléroma (la ‘plenitud’), el reino espiritual perfecto .

La caída de Sofía

Entre estos Eones se encuentra Sofía (Σοφία, ‘Sabiduría’). En un acto de deseo, pasión o presunción, Sofía intenta conocer lo incognoscible: la esencia misma del Dios supremo. Este acto desequilibra la armonía del Pléroma y, como consecuencia, Sofía da a luz un ser anómalo, sin su contraparte andrógina . Este ser es Yaldabaoth, el Demiurgo .

El Demiurgo, el falso dios

El Demiurgo (del griego dēmiurgós, ‘artesano’)  es un ser inferior, ignorante y, en muchos sistemas, abiertamente malévolo. Heredero de la confusión y la pasión de su madre, es completamente ajeno al Pléroma y al Dios verdadero. En su arrogante ignorancia, proclama: «Yo soy Dios y fuera de mí no hay otro» .

Es este Demiurgo, identificado con el Dios del Antiguo Testamento , quien, usando materiales preexistentes del caos, da forma al universo material . Crea el mundo y los cuerpos físicos, un cosmos que es, en palabras de Hans Jonas, «una vasta prisión cuya celda más profunda es la Tierra» . El mundo material es, por tanto, una creación defectuosa, fruto de la ignorancia, y no de la voluntad del Dios supremo. Esto explica su imperfección, su sujeción al dolor, la decadencia y la muerte .

La chispa divina atrapada

Pero en su acto de creación, el Demiurgo ignorante atrapa involuntariamente en los cuerpos humanos la chispa divina de su madre Sofía . Así, la humanidad lleva dentro una parte de lo divino, aprisionada en una existencia material que no le pertenece. Los Arcontes, gobernantes servidores del Demiurgo, rigen este mundo de tinieblas mediante leyes tiránicas (incluyendo, para algunos gnósticos, la Ley Mosaica) para mantener a la humanidad en la ignorancia y el olvido de su verdadero origen .

La siguiente tabla resume este dramático contraste entre las dos realidades:

El Pléroma (Reino de la Luz)El Mundo Material (Reino de la Oscuridad)
Dios verdadero, trascendente y benévoloEl Demiurgo (Yaldabaoth), dios falso e ignorante
Realidad espiritual, perfecta y eternaRealidad material, mala, sujeta a decadencia y muerte
El hogar original del espíritu humanoUna prisión o celda para la chispa divina

El Salvador revelador y el camino de vuelta a casa

La redención no viene de este mundo, ni del Dios que lo creó. El Dios verdadero, movido por la compasión, envía un Salvador (a menudo el Cristo gnóstico) al mundo material . Sin embargo, este Salvador no viene a morir como sacrificio por los pecados. Su misión es radicalmente diferente: despertar el conocimiento (gnosis) en aquellos que poseen la chispa divina .

Jesús, en esta visión, es un ser divino que solo aparenta tener un cuerpo físico (una doctrina llamada docetismo) , pues la materia es mala y no podría ser habitada por un Eón del Pléroma. Él viene a enseñar a la humanidad la verdad sobre su origen divino, sobre el Dios verdadero más allá del Demiurgo, y sobre el camino para regresar al Pléroma . La crucifixión y resurrección, por tanto, son vistas como una mera pantomima, un simulación, pues Cristo no sufrió ni murió realmente .

El camino de salvación es individual. El gnóstico, una vez despierto, estudia los misterios del cosmos y aprende a navegar por las esferas de los Arcontes tras la muerte, liberando finalmente su espíritu para reintegrarse al reino de la luz . En algunos sistemas, el alma redimida no solo se acerca a Dios, sino que se convierte en Dios .

El gnosticismo ofrece una respuesta profunda y compleja al problema del mal: Dios es perfecto y bueno, pero no es el Creador. La imperfección, el dolor y la maldad son el resultado de un drama cósmico, de un error que ocurrió en los confines de lo divino y que dio lugar a un mundo gobernado por un dios menor. La chispa de lo divino, sin embargo, permanece en nosotros, dormida, esperando ser despertada por el conocimiento que nos recuerda quiénes somos realmente y de dónde venimos.