En «Cómo mueren las democracias», Steven Levitsky y Daniel Ziblatt nos advierten: las democracias no colapsan de golpe, sino lentamente, cuando líderes electos erosionan las normas e instituciones que las sostienen. A través de ejemplos históricos y contemporáneos, el libro nos invita a reflexionar sobre la importancia de no pactar con los extremos, proteger las instituciones y evitar la polarización que divide. ¿Estamos cuidando nuestra democracia o permitiendo que se desmorone?
En un mundo donde las crisis políticas parecen multiplicarse, «Cómo mueren las democracias» de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt nos ofrece una mirada urgente y necesaria. No es un libro sobre teorías abstractas, sino sobre realidades concretas: cómo las democracias, incluso las más sólidas, pueden colapsar desde dentro.
Las democracias no mueren de golpe
Los autores nos recuerdan que ya no vivimos en la era de los golpes militares o las revoluciones violentas. Hoy, las democracias mueren de manera lenta y silenciosa, a través de acciones aparentemente legales. Líderes electos, que llegan al poder con el respaldo de las urnas, pueden debilitar las instituciones, manipular las leyes y erosionar las normas democráticas hasta que el sistema ya no funciona como debería.
Ejemplo clave: En Venezuela, Hugo Chávez fue elegido democráticamente, pero luego utilizó su poder para concentrar el control sobre el poder judicial, los medios de comunicación y los organismos electorales. Lo que comenzó como una democracia terminó como un régimen autoritario.
Las cuatro señales de alerta
Levitsky y Ziblatt identifican cuatro comportamientos que nos ayudan a reconocer a líderes potencialmente autoritarios:
- Rechazo de las reglas democráticas: ¿Ignoran o manipulan la constitución y las leyes?
- Negación de la legitimidad de los oponentes: ¿Tratan a sus rivales políticos como enemigos ilegítimos?
- Tolerancia o incitación a la violencia: ¿Justifican o fomentan la violencia contra sus adversarios?
- Restricción de libertades civiles: ¿Atacan a la prensa, las ONG o los derechos de las minorías?
Ejemplo actual: En Hungría, Viktor Orbán ha utilizado estas tácticas para consolidar su poder, debilitando la independencia del poder judicial y controlando los medios de comunicación.
La importancia de las normas no escritas
Las democracias no se sostienen solo con leyes. Dependen de normas no escritas, como la tolerancia mutua (aceptar que tus oponentes tienen derecho a existir) y la contención institucional (no usar todo el poder disponible para aplastar al rival). Cuando estas normas se rompen, el sistema comienza a colapsar.
Ejemplo histórico: En la Alemania de Weimar, la polarización extrema y la demonización de los oponentes llevaron al ascenso de Hitler. Los partidos políticos dejaron de verse como adversarios legítimos y se trataron como enemigos mortales.
No pactar con los extremos, aunque tengan respaldo popular
Uno de los mensajes más contundentes del libro es la advertencia contra la tentación de pactar con fuerzas extremistas, incluso cuando estas parecen tener un amplio respaldo popular. Los autores argumentan que los partidos tradicionales, en su afán por ganar elecciones o mantener el poder, a veces hacen alianzas con actores antidemocráticos, lo que termina legitimándolos y abriendo la puerta a la erosión de la democracia.
Ejemplo clave: En la Alemania de los años 30, los partidos conservadores pactaron con los nazis, pensando que podrían controlarlos. El resultado fue catastrófico: Hitler llegó al poder y destruyó la democracia.
En Chile, durante la década de 1970, la polarización extrema llevó a algunos sectores a justificar o minimizar los riesgos de apoyar a fuerzas autoritarias, lo que contribuyó a la crisis política que desembocó en el golpe de Estado de 1973.
La polarización: el cáncer de la democracia
La polarización política no es solo un desacuerdo intenso. Es la división de la sociedad en bandos irreconciliables, donde el otro ya no es un rival, sino una amenaza existencial. Esto lleva a justificar acciones antidemocráticas en nombre de la «defensa» de la patria, la moral o la justicia.
Ejemplo en Chile: Durante el gobierno de Salvador Allende, la polarización extrema entre la izquierda y la derecha llevó a una crisis política que culminó en el golpe de Estado de 1973.
¿Qué podemos hacer?
Los autores no solo diagnostican el problema, sino que también ofrecen soluciones:
- Defender las instituciones: Proteger la independencia del poder judicial, los medios de comunicación y los organismos electorales.
- Rechazar la polarización: Evitar demonizar a quienes piensan distinto y buscar puntos de consenso.
- No pactar con los extremos: Aunque parezcan tener respaldo popular, las fuerzas antidemocráticas deben ser aisladas, no legitimadas.
- Fortalecer la participación ciudadana: Una democracia saludable requiere ciudadanos informados y comprometidos.
- Aprender de la historia: Estudiar casos como el de Chile, Alemania o Venezuela para no repetir los mismos errores.
«Cómo mueren las democracias» no es un libro pesimista, sino una llamada a la acción. Nos recuerda que la democracia no es un regalo, sino una responsabilidad compartida. Depende de todos nosotros protegerla, fortalecerla y cuidarla.
¿Estamos dispuestos a hacerlo? ¿Estamos dispuestos a decir «no» a los extremos, incluso cuando parecen tener el viento a su favor?
#Democracia #Chile #Reflexión #ALaLuz